A más de una década de haber sido elegido como Sumo Pontífice, la figura del Papa Francisco sigue sorprendiendo no solo por su visión pastoral, también por la coherencia radical con la que vivió su voto de pobreza.
Jorge Mario Bergoglio, el primer papa jesuita y latinoamericano, eligió un camino distinto al de muchos de sus predecesores: uno marcado por la austeridad y la cercanía.
Papa Francisco y su vida austera
Desde su llegada al Vaticano en 2013, Francisco rompió con protocolos y tradiciones. Rechazó instalarse en el lujoso Palacio Apostólico y optó por una vida más comunitaria en la Casa de Santa Marta, dentro del Vaticano.
Su decisión no fue solo simbólica, sino una declaración de principios: el poder espiritual no requiere de grandeza material.

Sin salario papal
“No tengo sueldo”, aseguró en el documental Amén: Francisco responde, dejando claro que no percibía salario como jefe de la Iglesia.
“A mí no me pagan nada. Cuando necesito plata para comprarme zapatos o así, la pido. Yo no tengo sueldo”, aseveró.
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¿Cuánto dinero tenía en su cuenta?
Portales como Celebrity Net Worth estimaron que su patrimonio al morir era de apenas 100 dólares. No tenía cuentas bancarias ni propiedades a su nombre.
A diferencia de los cardenales, que reciben ingresos mensuales según su rango, el Papa vivía cubierto por los recursos de la Santa Sede, que asumía sus necesidades básicas. Pero incluso dentro de ese marco, Francisco evitó el lujo: rechazó autos ostentosos y ropajes suntuosos.
