Durante el Cónclave, el mundo entero dirige su mirada hacia la chimenea de la Capilla Sixtina. Desde allí se emite una señal visual milenaria que informa a los fieles si ya se ha elegido a un nuevo Papa: el humo blanco o negro, una tradición conocida como la fumata.
¿Por qué se usa humo en el Cónclave?
El uso de humo como señal en el Cónclave se remonta a principios del siglo XX. En cada jornada de votación, las papeletas utilizadas por los cardenales se queman en una estufa especial.
Dependiendo del resultado, el humo que se genera será blanco o negro, lo que permite informar rápidamente a quienes esperan en la Plaza de San Pedro, sin necesidad de comunicados oficiales.
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Humo negro: no hay Papa
Cuando no se ha alcanzado el consenso necesario para elegir al nuevo pontífice, se libera humo negro. Esto se logra quemando las papeletas junto con naftaleno y otros compuestos que oscurecen el humo. Es una señal de espera: aún no hay acuerdo entre los cardenales.

Humo blanco: hay nuevo Papa (“Habemus Papam”)
En cambio, cuando el colegio cardenalicio logra elegir al nuevo Papa, se quema el mismo material junto con lactosa, que produce humo blanco. Desde 2005, esta señal también se acompaña del repique de campanas del Vaticano para evitar confusiones.

¿Cómo se genera este humo?
Tras la votación, se introducen cartuchos pirotécnicos con seis granadas de humo que duran unos dos minutos. Además de las papeletas, se utilizan compuestos específicos para garantizar un color definido.
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